¡Vamos a catar playa por fin! Con ese espíritu nos
levantamos y nos despedimos de L.A. rumbo Santa Mónica. La chiquina del
goobemaps nos llevó estupendamente, aparcamos en el mismísimo muelle. Qué
bonito, que vistas, que bien tocan y cantan los artistas callejeros y que ganas
teníamos de sacar las toallas.
Nos situamos cercanas a una de esas míticas casetas de
socorristas. Cercanas pero sin agobiar al baywach, que tampoco era plan.
Enseguida llegó. No era Mitch Buchannan, que ya se habrá jubilado o andará
haciendo sus papeleos de oficina, pero ahí estaba vigilando. Nosotras montándonos nuestra película, y siempre
tirando de las fuentes de las que bebe Cheli, en este caso la serie “Los
vigilantes de la playa”, sabiendo que le ha tocado la zona chunga. Para los que
no veían la serie, comentarles que muchos de los rescates se hacían ahí, al
ladito del muelle que las corrientes deben ser peligrosas, sobre todo cuando te
cubre a media rodilla que es cuando se lucían a muerte Buchanan y compañía. Una
vez que nos aseguramos de que el chiquito tenía el bañador de lifeguard rojo,
el salvavidas apepinado y que estábamos
en su campo de visión, Maitane y Vero se lanzaron a las aguas del Pacífico. Se
lanzaron, recularon, saltaron cuatro olas, recularon otra vez, casi pierden el
bikini, se hicieron unas fotos y por fin, se dieron un chapuzón. Fresquibiris
el agua pero que a gusto tirarse de nuevo al sol en la toalla para vigilar al
vigilante. Vigilarle sí, porque resultó que nuestro baywach… ¡entrena para
aizkolari! Como lo leéis, muy fuerte. Eso, o que está pirado. Si no, que
alguien nos explique porque se llena un tubo metálico de arena y se pone a
golpear el suelo de alrededor de la caseta. Palo arriba, palo abajo, palo
arriba, palo abajo… ¡que dolor de riñones! Todavía se nos ahoga alguien y
tenemos que ir las Tordas a salvarle, que el salvavidas flotante lo llevamos de
serie. Un poco más de vagueo y ya para cuando Rober y Maitane estaban a punto
de estallar en llamas porque todo el sol se lo pillan este par, pusimos rumbo a
Venice beach.
Va a ser que la
chiquina del goobemaps no tiene registrados todos nuestros alojamientos. El
Hilton le viene de serie, pero lo que es el apartamento bien, ubicado,
supuestamente limpio y al alcance de nuestros miserables bolsillos le cuesta
encontrar. A ver nena, que ya llevas tiempo con nosotras, empieza a resetear
sistema y adáptate al viaje tordil.
Pues eso, que vueltas y vueltas en segunda fila de playa de
Venice Beach, y nuestro apartamento que no aparece registrado en ningún lado.
Salimos del coche y nos separamos como en las pelis de terror, que así es más
fácil que te den muerte y encontrar los apartamentos. No queremos hacer spoiler
pero encontramos el alojamiento. Y aquí la reflexión profunda del día: ¿no son
maravillosas las imágenes prejuiciosas que guardamos en nuestros cerebros? Lugar
ideal el que habíamos alquilado. Según la pinta del edificio que teníamos delante, lo
mismo nos encontramos cadáveres repasados a tiza con detalle por el maravilloso
cuerpo de policía de la zona (los bicipolis según nuestras fuentes
televisivas). Pero resultó que nos equivocábamos, y esta vez para bien que no estamos
muy acostumbradas a ello.
Cierto es que estábamos apesadumbradas por no catar policía
local, por eso decidimos dejar el coche en doble fila 0´000002 segundos
mientras metíamos las maletas. Nuestro fin: vivir
al límite. ¿Lo conseguimos? ¡Pues claro! Si es que la policía americana huele
el problema. Ya sea para ayudar al ciudadano
ante cualquier peligro como para liberar las calles de un mínimo
obstáculo. Fue oír la sirena y salir Maitane por la puerta. Ella y su cara
pánico, que se descompuso aún más al comprobar que era por nuestro coche.
Inmediatamente después Vero, pensando como traducir al inglés “¡Por favor no
detenga a mi amiga! ¡Es buena gente!”. La cosa quedó en nada, parece que los
agentes estadounidenses van saludando por ahí como si fueran mises y les
quedaban dos saludos para cerrar turno. Uno para Maitane, otro para Vero y uno
extra para Cheli. Muy bien la poli velando por nuestro Dodge.
Autoridad catada y conquistada; coche ubicado y nosotras a
conquistar el atardecer de Venice Beach. Huele a peligro constantemente. El
mayor, el de ser atropellada por un patinete. Resultó difícil esquivarlos
mientras íbamos buscando un “ultramarinos” de toda la vida para abastecernos
del desayuno de la vida. Lo encontramos y cuando ya teníamos todo dispuesto en
el mostrador para pagar, entraron dos tios rollo Madmax pero en patinete.
Nosotros a nuestras cosas, haciendo el
cálculo de a cuanta barra de mantequilla por persona nos tocaba para el desayuno, cuando de
repente… ¡Navaja! No hablamos de marisco, hablamos de arma blanca. Miramos al
dependiente que comienza a agacharse y Cheli, Rober y Vero se descomponen
mientras piensan “¿perrrrdona?”. Maitane manteniendo el tipo. El dependiente
reacciona y les dice que se piren, Navajita Plateá guarda la ídem diciendo
“it´s ok!! It´s ok!!”, y pide y paga unos chicles mientras nos enseña su
cinturón de Gucci de imitación en plan “los que llevamos Gucci somos gente
honrada”. Le sonreímos y le maldecimos por lo bajini, creemos que él y el
tendero son viejos conocidos. Nos recomponemos, un poco de risa floja y nos
vamos de allí atracados. No por el de Gucci, atracados a pistola laser por el
dependiente… ¡menuda ostia nos soltó! Pan de molde a precio caviar. ¿Y la
policía? Pues no sabemos, a estos no pasó a saludarlos.
El susto nos cerró el estómago. ¡¡Que noooo!! ¡Que es broma!
Nos fuimos a cenar a un lugar donde una amable Camarena nos dijo: “les voy a poner
un camarero que hable español así no tienen que batallar con el idioma”.
Nosotras muy agradecidas, ya veníamos batalladas del ultramarinos.
Una vez relajadas y sentadas a la mesa comenzamos con el
intercambio de sensaciones y las alabanzas a Maitane por su sangre fría ante la
navaja. A lo que Maitane respondió, “ ¿navaja? ¿Qué navaja? Yo os veía descompuestos
pero no sabía por qué .¿navaja en serio? ¡La llego a ver y estoy ahora mismo en
Washington DC!”.
Tanta emoción, tanta patata la Cheli casi se nos ahoga. Todo
quedó en un par de palmaditas en la espalda por parte de la otra enfermera, el
rímel corrido como un panda y regurjite patatil. Si es que no podemos ir por la
vida con tanta ansiedad. Aquí decidimos que teníamos que buscar nuestra persona
de referencia que nos atienda y nos
entienda en California si nos pasa algo. Cierto es que tenemos un amante de la
costa gipuzkoana (Mutriku) entre nuestros contactos californianos. Lo teníamos
para caso de emergencia pero sin tener su número para no acosarle. ¿Por qué? os
preguntareis. Pues porque es `productor de cine y nos veíamos en plan acosadoras
pidiendo trabajos de extra, que se lea el blog, que nos haga una peli, una
serie documental, un programa gastronómico…
Total que para no abusar de ese contacto serio decidimos que
nuestra persona de referencia era Miguel Ángel Silvestre. Ya le veíamos
conectando desde el muscle gym de Venice Beach, “¡AR! ¡AR! Pobres
Tordas que han sufrido amago de atraco. Diles a la Conchi, la Aurori, la Cla y
la Elena que está todo en orden. Joaquín, que te leas el blog que lo tienen muy
bonito y muy ameno”.
Como supondréis esto no ocurrió. Lo que si pasó es nuestra
obsesión en bucle `por saber dónde vivirá el Duque. Que si en casoplon, que si
en apartamento, que si casita baja en la playa, que si mira a ver que todavía
pasa por aquí corriendo, que si me parece que es aquel…¡MIGUEL ANGEL!. No, no
es.
Y con las emociones y aun con el susto a la cama. Y con las
emociones , la legaña y un nuevo susto amanecimos. Y es que en Telemundo hacen
de todo un drama y resulta que habíamos vivido un terremoto de 3.6 en la escala
de Richter a 1 km del hotel. ¿Alguien se ha enterado?
Cheli- Yo no
Maitane- Yo tampoco
Vero- ni yo
Rober- Yo si no lo menciona Telemundo ni imaginarlo
Vero- .Antes de que nos echen de este país por atraer las
desgracias desayunemos como Dios manda.