Aeropuerto de Málaga, 23:30, pole position en recogida de paquetes (entiendase Katia y María como paquetes).
Aeropuerto de Málaga, 00:00, pole position viendo reencuentros de otra gente.
Aeropuerto de Mçalaga, 00:20, ¿Dónde coño estáis?
Aeropuerto de Málaga, 00:45, pelo fosco, piel ensalitrada y paciencia al límite en la pole position.
Aeropuerto de Málaga, 1:00
Tordas ensalitradas- ¿Dónde estáis?
-Tordas limpias- estamos aquí
-Tordas ensalitradas- no estáis
-Tordas limpias- sí estamos
-tordas ensalitradas- NO ESTAIS, llevamos aquí desde las 11:30, Todo el mundo nos gana y se lleva un familiar y nosotras solas. Como no vengáis pronto recogemos a dos cualquiera y nos largamos, ¡no queremos perder más veces en la carrera de los reencuentros!
-Tordas limpias- enserio, estamos aquí en llegadas y no os vemos
-tordas ensalitradas- hace dos horas que os hemos dicho que estamos en Salidas
-tordas limpias- … (mítico sonido de grillos cri cri cri)
Y por fin nos reencontramos y pusimos rumbo Torre del mar, nosotras soñábamos con una ducha, las recién llegadas con quitarse las medias, no sabíamos el horror y la risa que nos aguardaba a la vuelta de la esquina. Equipo Horror (Cheli y Katia) versus Equipo Risa (María y Vero).
La cosa es que llegamos a Torredel y el equipo Horror se metió raudo y veloz al ascensor, sin mirar atrás. Las puertas del ascensor se cerraron en las narices del equipo Risa mientras se preguntaba “¿Y a qué piso tenemos que ir? Ah mira, se han parado en el siete, nuestro piso será el séptimo (uvepalitopalito por si nos lee el receptionman italiano). Tardan un montón. ¿no oyes un sonido como de sirena de autos de choque? Joe lo que tarda esto en bajar…”
Mientras tanto el Equipo horror estaba viviendo su particular drama, encerradas en el séptimo piso, sudando como pollos, rodeadas de maletas intentando contactar con el servicio técnico de ascensores Schindler. Ataque de ansiedad y aire a cargo del folleto informativo de la Alhambra hasta que recuerdan los consejos del patriarca de los Archeli, ascensorista de pro, que siempre les decía “si te quedas encerrada en un ascensor, te sientas y esperas a que vengan a sacarte”.
A estas alturas el equipo risa estaba partiéndose la caja, el equipo horror dice que oía nuestras carcajadas desde el séptimo. Sí, nos reíamos, pero estábamos atentas para abrirle la puerta al Señor Chindler (el técnico del ascensor).
El equipo Horror se recompuso, y tras casi quemar el timbre de aviso consiguió forzar el ascensor y bajar hasta el portal. El equipo risa jamás olvidará esa imagen. Ese momento en el que se abrieron las puertas, Cheli intentaba salir con desesperación hasta que Katia le paró los pies con esta gran frase “no no no, tenemos que subir con las maletas”, y le volvió a dar al botón.
Si, querid@s lectores…¡se volvieron a quedar encerradas! ¿a que todos formáis parte ya del equipo risa? ¡qué gran llegada a Torredel! el equipo risa a esas alturas ya estaba tirado por el suelo.
Merecida ducha, merecido sueño y merecidísimas tumbonas playeras en las que aparcamos nuestros cuerpos al sol a la mañana siguiente. Chapuzón, tumbona y viceversa. Y después a comer. Le encantamos al camarero que ante estos cuatro bellezones nos soltó el piropazo…”¿a que sois del norte? Me encanta vuestro acento” Gracias rey, vete trayendo espetos, almejas y viceversa, y barra libre de agua Fuente Liviana (de nada por la cuña) que la noche es joven.
A la noche nos tocaba Starlite así que una de chapa y pintura para quitar pelo fosco y rumbo a Marbella. Primera parada nuestro alojamiento marbellí. Ofertaca de Booking (de nada por la cuña)en pleno casco histórico. Buscamos y buscamos, con Katia tres metros por delante en modo brújula hasta que de repente se paró en una especie de escaparate. Nos abrió una rubita y nos soltó “only english” Que suerte la nuestra que dominamos el idioma que da hasta miedo, nos contuvimos, dejamos que Kat practicara. Y allí estábamos, con nuestros tacones en la recepción de ambiente morisco, cuando la rubita comenzó a trepar por unas escaleras de inclinación imposible con lianas para ayudar al ascenso, mientras nos decía, “be careful”. Imaginaros el cuadro, todas éramos equipo risa, que se convirtió en equipo carcajada al ver el baño. Pavés transparente para separar el baño de la salita de estar y la escalera de acceso. Y dentro del baño tres ambientes diferenciados, ducha, taza y butacón. Porque no hay por qué dejar una conversación interesante a medias si tienes un apretón o una necesidad de ducharte muy loca. ¡Ojo cuidao! Recomendamos el alojamiento muy buena ubicación y precio.
Starlite. ¡Qué percal! No sabemos cómo describirlo, lo intentaremos pero fueron tantas las sensaciones y las carcajadas que no sabemos si os podremos trasladar allí. En la puerta nos esperaba la reportera de cazamariposas, sabemos que somos bloggeras influencers (#comomolamiblogera o #aymiblogerademisentretelas), pero somos gente humilde y sobre todo, no querríamos someter a nuestras a migas al acoso de los fans, ellas vienen a descansar, así que nos camuflamos entre el pijerío marbellí. Para empezar, no fuimos a lo loco, fuimos a tributar a Queen. No es que nos pusiéramos unos mostachos es que actuaba “god sabe the Queen”. Tenemos opiniones para todos los gustos. María dice que se relajó tanto en ese dejarse llevar por la música que casi cayó en los brazos de Morfeo. Katia, que es muy de los 80 no concibe lo de tributar, bueno a hacienda sí, pero es más de ver a los originales. Ya le explicamos que la guïja la habíamos dejado en casa. Nosotras, las Tordas originales, nos queríamos levantar todo el rato a darlo todo, lo conseguimos en alguna ocasión, pero parece que el mundo pijo prefiere ver los conciertos con el culo sentado. El espectáculo mereció la pena, y el de después ya, fue antológico.
Nosotras, acostumbradas al hombre Ternua, que es mas de barra y se arranca a bailar tras un mínimo de seis cubatas, no concebíamos la exaltación masculina al perreo más comercial desde el minuto uno. Menos concebíamos los peinados y vestimentas. Teníamos desde el niño bien al que se le había ido la mano con el cardado y la laca hasta el padre de familia dándolo todo con su mujer e hijas adolescentes. Todos perfectamente uniformados con pantalón largo, camisa de manga larga y zapato cerrado a treinta y pico grados. ¡ole ole su parole! Las chicas, todas monísimas con melenon al viento, eso sí ni ghd ni mascarillas garnier (de nada por la cuña, esperamos lote de productos) tienen negocio en el sur, van todas con pelo fosco.
Viendo lo que nos rodeaba decidimos darnos al alcohol para asimilarlo. Dos mojitos, un Gyn tonic y una cocacola 57 lereles. Tras preguntanos porque nos cobraban los vasos y el descorche, comprendimos que no nos llegaba para darnos más al alcohol y decidimos optar por una recena a base de hielo picado y hierbabuena. NO nos privamos de nada, vivimos al límite.
De repente, hordas de veinteañeros pudientes comenzaron a tomar el Starlite. Ante eso, y la puesta en escena de persona en jaula llevando botella de cava, decidimos poner tierra de por medio y conocer más de la noche marbellí. ¡Ojocuidao! Lo recomendamos como experiencia para la risa, eso sí, si no sois muy de experiencias fuertes llevad la petaca en el bolso.
Taxi, porque el starlite está en kinculo, y nos dejan en el puerto deportivo. Nos situamos en un bar y en un rápido vistazo localizamos a los hombres Ternua. Rasgos a tener en cuenta, pegados a la barra, mano izquierda en trago, mano derecha en bolsillo, camiseta de su talla y cara de asco al preguntarles de donde eran. We are the champion my friend, eran de Durango.
Un par de tragos a precios razonables, conversaciones con los chicos que repartían flyers de tipo
-where are you from?
-I´m fron Bilbao
-¡Ostia me quedo muerto!
Y ponemos rumbo a nuestro alojamiento a una respetable hora de la madrugada. A ver quién es el guapo que se pone a trepar por las escaleras, sujetándose a las lianas sin reírse. Misión imposible, escándalo asegurado. Pero bueno, estábamos solas, no molestábamos a nadie. O eso pensábamos hasta que en el momento ducha mañanera divisamos a través del pavés como baja la rubita para preparar el desayuno. Peor vista fue la suya. En fin, allá que bajamos a por nuestro desayuno que consistía en pan con mermelada o tomate y un cancarro de café solo que le suelta el esfínter al estreñido más avezado. Y en lo que nos leíamos los posos del café unas a otras entramos en la competición más tonta del mundo, ¿Quién tiene la vida más de mierda? Y aquí, we are the champions my friend, again, ¡Tordas al poder! Primera y segunda posición, pódium con medalla, flores y la ostia.
Vuelta a Torredel, al espeto, a la berenjena frita, al hamaquismo y a la siesta.
En eso se resume nuestra estancia aunque siendo la feria chica, en lo que nosotras siesteabamos, la gente se daba al alcohol y arrastraban a María y Cheli, a la noche flamenca, dejándose llevar por un guitarreo loco que enlazaba los Chichos con El Barrio, y ante un frenético castañueleteo oían frases del tipo “ ¿maría te llmas? María somos todos” o “pue a mí, si Birdu me da trabajo ¡yo voto Birdu!” . Gente muy simpática y algunos muy pelmas envueltos todos en un halo de pelo fosco.
Y así se nos pasaron los días de gorroneo en Torredel, que dieron paso enseguida a los días de Gorroneo de Málaga con el siguiente tordo invitado, pero eso ya será otra entrada, que nos tenéis explotas, ¡que agotamiento!