Alguien
se ha dejado abiertas las puertas del infierno y en Roma hace un calor de
quererse morir. Para huir del mismo hemos decidido que el lugar más seguro era
la basílica de San Pietro en el Vaticano.
Hemos
pasado el control de seguridad sin problemas. La tijera, la navaja suiza y la
cuchilla habíamos tenido a bien dejarlas en nuestro Morelli rooms, con lo que
nos hemos evitado el cacheo de la
guardia vaticana. Además venimos con la falda cristiana para evitar escándalos.
Entramos
a la impresionante basílica de San Pedro para descubrir que la FFF es ciega,
internacional, sudorosa y empuja. Le dimos pena hasta a “La Piedad” de Miguel
Ángel, que está según entras a “destra”. Por supuesto las enfermeras tras
murmurar que, en ese momento, si alguien está infeccioso montamos una pandemia
mundial rápido, enseguida se fijaron en algo que ellas llamaban “Las
Nightingales”. (¿Quién me mandara preguntar?) Resulta que la Nightingale es la
fundadora de la enfermería a la que siguieron unas cuantas piradas, cada una
con su propia teoría. Teniendo en cuenta que la OPE está a la vuelta de la
esquina, y que esta gente se tiene que estudiar todas las teorías, las pobres
dudaban entre foto o arrancarle la cofia a la Nightingale rollo venganza.
Optaron por foto.
No
penséis que se acercaron a la muchacha como fans histéricas, le explicaron que
eran enfermeras y que les llamaba la atención su uniforme. La chica nos explico
en perfecto inglés… bueno, nosotras estamos en una etapa de nuestras vidas en
la que la que la poliglotía nos abruma, así
que tenemos el modo ingles “off” y estamos con el italiano modo “a medias on”, por lo que le entendimos que
no era enfermera, iba de esta guisa como voluntaria de una asociación suiza. No
nos termina de convencer como nueva uniformidad para Osakidetza así que
seguimos nuestro camino.
Nos
acercamos al altar mayor y llama nuestra atención un “Men in black” del
Vaticno. Lo que viene siendo un estupendo con camisa blanca y traje y corbata
negro. Debe tener el termostato roto porque el resto de los mortales estamos
sudando como pollos mientras él luce impecable.
Mientras tanto Cheli nos hace de cicerone contándonos que el altar mayor
esta hecho de un material superespecial, superdifícil de encontrar… de un
material… del material… ¡del material del que están hechos los sueños! Le
miramos como vaca al tren, pero como no tenemos
acceso a la wikipedia y la tenemos como una persona con credibilidad, dimos por buena la explicación. Mucho mármol,
mucho oro, mucho ángel Potolo…y vamos al lio:
Ostiazo Vaticano en toda la cartera. 25 lereles cada
una por no hace cola, pero en el ticket registrados tan solo 60 por tres
entradas. ¿Y el resto? ¿Para el poteo del Papa Paco? ¿Se le va el sueldo en
mate? (bueno Mate, o mojitos que anda por Cuba). Semejante sablazo y ni saludar
por la ventana. Anda que…menos mal que
Papa Paco nos cae bien. Nos vamos con
menos peso en la cartera del bote hacia el Museo Vaticano que es gigantesco,
enorme, y no te dan ni un miserable plano. Mucho mármol, mucha pintura, mucha
escultura, mucho tapiz, mucha maravilla, mucho talento… pero aire acondicionado
solo en una mini sala de Matiss. ¡Qué tirón tiene Matisse! Que gentío en la sala,
todos reconvertidos en Matisseleavers intentando sentar culo para admirar la
obra.
Seguimos
la ruta a paso de procesión de semana santa y nos topamos con los baños.
Necesitamos hidratarnos, porque ya estaban las enfermeras murmurando que si imagínate
que tiene que hacer una RCP con ese calor infernal y esa humedad, que en ese
caso ellas son peluqueras. Ahí andábamos cuando se cayeron tres gotas de agua
al suelo. Insistimos, tres. Aquello no fue una ducha, ni una batalla naval ni
nada parecido, tres gotas. Pues no sabemos que tal pagan al personal aparte de
concederle la nacionalidad vaticana, porque la limpiadora monto en cólera jurando en italiano, que ni La Cheli le
entendió. Eso sí una profesional como quedan pocas, que hay mejor para absorber
el agua que… ¡Una escoba! De verdad, que puerperismo hay por el mundo.
Y
seguimos anda que te anda, tras unos 300 tapices y cuatro toneladas y media de
mármol esculpido, al duodécimo letrero (que aquello parecían las estaciones del
viacrucis) por fin Capilla Sixtina. La
maravilla de la cuarta tortuga Miguel Ángel. Vida longeva ya tuvo el hombre.
Hasta los 90 vivió, y la mitad de su vida encaramado al techo vaticano
pintando. Si tienes dudas de si estás en ella o no, solo tienes que fijarte en
la gente que está con hiperextensión de cuello. Por supuesto también hay
seguratas aquí, pero estos son más rollo bareto, controlan la entrada y la
salida. Hubo un momento en el que pensamos que iba a aparecer por allí el
mítico Manolo del Punto invitándonos a salir. Parece que no se pueden hacer
fotos, cometimos la ilegalidad y nos hicimos una. La ignorancia es muy
atrevida. Somos muy de cumplir las normas (así nos va), pero esta vez hemos
sido unas rebeldes sin causa, unas macarras, unas chicas que llaman “viejo” a
su pater y beben a morro de la botella….
Nuestra ilegalidad pasa desapercibida así que aquí tenéis esta
maravilla….
Confesamos
que no quedó aquí nuestra ilegalidad. Comprended a Marta, arrastró su mono de
fumadora por todo el Vaticano durante horas, así que cuando vio un patio
interior se lanzó a fumar como si no hubiera un mañana. Ni mú dijo nadie, ¿seguridad,
ande anda? No sabemos, la única que ladra es la señora de la limpieza.
Y una vez cumplida la misión de locacalización
y visión de la Sixtina… no nos podíamos ir sin ver las vistas que ofrece la
cúpula. El marketing es maravilloso. Te ofertan subir una parte en ascensor por
dos lereles más. Y para convencerte te ponen el número de escaleras a subir.
Valoramos la situación…dos pulmones y un corazón, nos sale menos de 1 euro
el órgano, merece la pena y además, ya
lo dijo Trajano, “Elevatorum gran inventum est”. Siguiendo sus enseñanzas te
ahorras unos pisos de escaleras pero no te libras de las últimas. Tampoco entra
en el precio un sherpa que te limpie con una balleta la baldosa sudada que roza
todo tu ser. Recordemos que esa misma baldosa también ha rozado previamente el
ser de todo beato que haya tenido a bien pasearse por las alturas. Las vistas
de nuevo espectaculares. Y descubrimos que Vero tiene marcadas sus propias
paradas de descanso en el ascenso.
Recuperamos
el aliento en un petril vaticano comentando que si a alguien le da un
perrenque, ahí se queda porque el del desfibrilador no llega a tiempo ni aunque
lo traiga Usain Bolt, y nos preparamos para el descenso. Cuesta abajo hasta la
mierda corre, así que nos plantamos de nuevo en la basílica. Un último vistazo
a la santa sede y escapando que es gerundio. Íbamos perdiendo la falda vaticana
por el ayuno. No es que hiciéramos promesa alguna, es que nos dieron las cuatro
de la tarde entre arte sacro (madre que turra). Nota mental interna: próxima
visita a Roma recordar que el vaticano ya lo tenemos controlado. Una de
recargar pilas y rumbo hacia la boca de la veritá.
De
camino pasamos por el circus maximus. Madre si Ben-hur levantase la cabeza. Le
hace falta un podar los hierbajos, que la quadriga se le queda atascada allí
seguro. Está un poco como la plaza de toros de Eibar, que no sabes si podarlo u
organizar un partido de futbol. Llegamos a Santa María in Cosmedin. Gran dispositivo
para hacerse la foto en la bocca de la veritá, el sistema es, una por persona y
a toda ostia. El que nos hace la foto de grupo vigila que no hagas una foto de
más. De la misma, ya que estamos, aprovechamos para ver la iglesia. Muy bonita
y sencilla. Sorpresa cuando descubrimos que… ¡acoge la reliquia de San
valentin! Y Como no, ¡¡¡¡velameeeeeennnnn!!!!!! Pero ojocuidao, velamen ante la osamenta de SanVa que te mira a
través de sus cuencas vacías mientras piensa…”peinarse un poco reinas y darse
un agua que esto no es Lourdes”
Y
postradas ante el santo del amor…¡¡¡zasssss!!! Boda en la iglesia. Entra la novia
y su hermana, que son… ¡¡como las Kardasian!! Terror es poco. Todo criticar,
todo poner mala cara, todo deslumbrarnos con la pedrería y como si el santo
obrase a nuestro favor…¡¡Zasss!! ¡¡el fotógrafo!!! Maravilla. Sabemos que vais
a pedir fotos pero no puede ser, lo intentamos pero las lentejuelas de novia y
hermana cegaban todas las cámaras.
¿Estábamos
cansadas? No, estábamos en un estadio superior a la extenuación en el que oler
a choto porcino no te importa mientras te puedas tomar algo en un terraceo del
Trastevere. Vagabundeamos por el Trastevere, que aclaramos no es un puti, es un
barrio bohemio de Roma muy chulo aunque un poco masificado de guiris. Nosotras
no somos guiris porque llevar sandalia con calceto blanco va contra nuestra
religión. Lo ideal hubiera sido irse a casa a descansar, pero no, vimos un
supermercado y decidimos comprar algo y cenar en Piazza Navona.
Imaginadnos. Las tres, sentadas en un
escalón, rodeadas de bolsas de super, haciéndonos unos sándwiches. No debíamos
tener muy buena pinta porque una niña se acercó a decirle algo a Cheli y
enseguida los padres se la llevaron en plan “No molestes a las indigentes”. La
verdad es que estuvimos a punto de ponernos un cartelito y que nos echaran unos
txines para pillar el metro o una litrona digna de Lemon Soda. Ese Vagabundeo
hasta nuestra habita del Morelli era como una versión mala de The walking dead.
Llegar, duchar y caer en la inconsciencia fue todo uno.