Y venga salones, y venga tapices, y de repente...queremos
ser cardos!!! Cardos que no fistros, es decir, queremos pertenecer a la Orden
del Cardo, que te ponen una capa verde y un joyerío importante, y nos da que
tienes la entrada asegurada en cualquier garito que se precie. Todas estas
pretensiones pisando el mismo suelo enmoquetado que Sir Sean Conery y Sir
Gordon Ramsey. Vamos, que notando que se nos estaba subiendo un poco la nobleza
a la cabeza salimos a pasear por los jardines reales.
Bonita abadía tienen allí
mismo, medio derruida, con mucho encanto para una sesión de fotos...bohemias!!
Elisabethe no estaba para invitarnos a tomar el té, asi que
nos fuimos a Clarynda´s House a tomar el té como una reinas.
Clarynda´s
house (lo que nos ha costado aprendernos el nombre y ubicarlo en el mundo) es
un lugar que nos recomendó Jordi, uno de nuestros guias, y nada más verlo…¡nos
enamoró! Es un lugar atemporal. El mundo ha seguido su curso con modas
cambiantes, pero Claryndas se ha mantenido al margen. No somos muy del tapete
pero nos encantó. Nos vimos rodeadas de porcelana, visillos, tapetes, flores,
bordados…y caimos rendidas sin remedio al encanto Claryndas. Sobretodo cuando
divisamos la vitrina de los postres ¡lágrimas como puños se nos saltaban!
A estas alturas, y dominando el inglés como lo dominamos,
seguimos sin problemas a la amable camarera y su delantal de volantes hasta
nuestra mesa.
El lugar es acogedor (pequeño), con mucha decoración
(atestado de trastos), y con mesas y sillitas de líneas ligeras (entramos como
elefantes y nos cargamos un par de sillas, son cosas que pasan. Que nos pasan).
Somos así, tordas y de risa fácil, ¡que le vamos a hacer! Las de la mesa de al
lado eran idiotas y amargadas, que le vamos a hacer…bueno, un par de ideas
tenemos la verdad (ver titular). Decimos esto porque estaban sentadas, en plan
intelectual mirando el mapa tomándose un té. Todo normal hasta que nos
miraron mal y por encima del hombro cuando
empezamos a hacer fotos…¡unas caras de estar oliendo a pedo todo el día!
Chicas, sonreíd un poco más que no cuesta nada. El único momento en que una de
ellas dejó de lado su papel de
amargada-huele-pedo fue cuando se le salieron los ojos de las órbitas al
ver…¡nuestra degustación de postres!
Daban ganas de encajarle los ojos en las cuencas y decirle:
“no seas tonta chica, si eres trofolla como nosotras, admítelo y date un
caprichito”