¡¡Ay señorrrrrrr!! ¿por qué?,
¿POR QUÉEEEEEE? Sí, con este alegre
quejido abríamos un ojo después de unas dos horitas y media de sueño. Una
especie de siesta nocturna no es suficiente para levantar estos cuerpos con
alegría. Maldiciones, pasos de baile de Billy Elliot, cerrar maletas y nos
echamos a las calles. Un domingo cualquiera de madrugada, esquivando borrachos de la juerga madrileña en busca de
taxi a las cuatro de la mañana. Queremos creer que el taxista agradeció nuestro
olor a limpio, así como nosotras agradecimos la apertura del “burrikin” a las
cinco de la mañana para un desayunito
ligero previo al viaje. La verdad es que fue un desayuno-celebration porque
esta vez no hubo drama con la maleta. ¡Qué emoción! ¡Estamos aprendiendo a
hacer una maleta funcional! ¡Bravo por las Tordas!
El vuelo sin incidencias, más que
nada porque cabeceamos en duermevela todo el trayecto. La tensión nos vino al
cuerpo cinco minutos antes de aterrizar. ¡Ay ama! ¡que aterrizamos en Berlín! No
tenemos ni idea de alemán, tenemos nuestro inglés básico oxidado y nuestro sentido de la
“desorientación” más acentuado que nunca. ¡Todo bien! La tranquilidad vino en forma de plano del transporte público
prestado (eskerrik asko Maialen) y el uso libre del 4G por
Europa para poder tener esclavizada a la
“chiquina del Gube”.
Sin tener muy claro qué tipo de
billete habíamos comprado (aún con las instrucciones en castellano somos tordas
máximas), pero con nuestra parada ubicada en el plano, nos pillamos el S9 en
dirección supuestamente correcta. Era para vernos por un agujerito. Vero
observando todo tipo de viejer@s y sus peculiaridades, poniendo el oído a conversaciones
que no entenderemos nunca y dejándose llevar allá donde el tren se dirija.
Cheli por su parte con el estómago encogido y pseudobizca comprobando que las
paradas reales concuerdan con la ruta del mapa. Y ¡sí! ¡Esta vez lo hemos
conseguido! Ni creerlo podíamos. Nos venimos tan arriba que mandamos audios dando la feliz noticia (que
ilusas). Unas cuantas paraditas de relajo y ¡NOOOOO! ¿Dónde estamos? Ni una
parada se asemeja con las nuestras, ni comprando vocal entendemos lo que dice
la grabación de paradas del tren. Ahora sí que si la maleta nos parece un drama. Decidimos
bajarnos aleatoriamente y dar la vuelta. Con nuestro maletón y una cara de
desconcierto que parecíamos Alfredo Landa en “¡Vente a Alemania Pepe!”, nos
bajamos en Alexander Platz, que tampoco hay que ser muy avispada para darse
cuenta que aquí se centra todo el cotarro de los transportes. Lío sí que tuvimos con las nomenclaturas: la
S, La U…. decidimos que la U era el metro. Y si no lo era para nosotras lo es y
punto. Y la U2, como si fuésemos guiadas y bendecidas por el mismísimo Bono nos
llevó a nuestro barrio (Schönhauser Alle) y la muy esperada chiquina del gube
nos ubicó perfectamente en nuestra pensión.
Otra vez contra todo pronóstico
nos entendimos a la perfección con la señora del lugar. Estamos asustadas,
además de poliglotonas va a resultar que sí que somos poliglotas. La señora nos
trató como reinas mientras esperábamos 10 minutos. Como reinas literalmente, con
nuestro sofá con coronita y todo. Nos hubiese gustado quedarnos para disfrutar
de la exquisita decoración del lugar, pero tuvimos el tiempo justo para arrasar
una especie de cafetería con una brutal selección de pasteles y bocatas varios
que tenemos enfrente, soltar los trastos
y salir por patas porque hemos dejado a
una torda invitada en Madrid y recogemos a otra en Berlín.
Como quien queda en galeros, en
la Eibarresa o en la biblio, hemos quedado con Marta en la puerta de
Brandenburgo (con dos cojones). Marta, nuestra torda invitada más enérgica a la
que nos orgullece haber tumbado de agotamiento en Roma, se nos une a la
aventura alemana. Y se une a las bravas. Directa del aeropuerto, arrastrando el
troley, nos reencontramos en el punto más emblemático de Berlín y así, con
maleta y todo comenzamos con el free tour de la ciudad.
Estábamos hambrientas
de conocimiento histórico. Y allí estaban l@s chic@s del paraguas rojo para
saciar nuestra hambre. En este caso Xavi (con V) nos llevó con baile de nombres y fechas por la evolución
de Berlín desde los monarcas pasando por el irrepetible (y esperemos que así sea)
Adolfo hasta la caída del muro y el Berlín actual.
Ya nos conocéis que somos de la
tontuna fácil, y que nos gusta reinterpretar la historia a nuestra manera para
así no olvidarla pero claro, en este recorrido no es fácil entrar en la risa. En
el memorial a los judíos asesinados en
Europa nos entró la tristeza y, realmente fue difícil salir de allí. Aún así,
siempre lo intentamos. Siempre con la sonrisa.
Siempre con la interpretación a
nuestra manera. Así lo hicimos al estar sobre el bunker donde Hitler se suicidó
y nos enteramos que el angelito era vegetariano. En ese momento lo entendimos
todo.
Y no es
que nosotras tengamos algo en contra de los vegetarianos es que, estamos
convencidas de que si se nos limitara más aún la dieta iríamos por la vida
matando. Porque sí amig@s,
normalmente estamos a dieta. A dieta estricta. Bueno, lo intentamos. Igual
estricta es mucho decir. Bueno, que si de repente nos veis chupando una
zanahoria o lamiendo una lechuga o haciendo apología del veganismo ¡paradnos! ¡Estaremos
a punto de sufrir un brote homicida! No a modo jefiche dando órdenes, ni siendo estrategas,
directamente con una recortada. Agradecidas estamos de no tener la facilidad
que tienen en U.S.A para adquirir la escopeta en tu supermercado de cabecera,
porque el día bajo en carbohidratos podemos acabar con medio pueblo desde
nuestros respectivos trabajos.
Desde
luego no ha sido el tour con el que más nos hemos reído pero es que, la cosa no
estaba para risa. Que le vamos a hacer, la historia es así. Si pudiéramos
cambiarla le daríamos un chuletón de kilo a Hitler para empezar el menú
completo de sidrería. Ojalá hubiera sido así de sencillo. Lo cierto es que el
angelito una vez llegó al poder legalmente (hay que joderse) encerró a toda la
oposición, a los que pensaban distinto. Aunque aún no hubieran hecho nada, por
si lo hacían. Por prevención. Vaya, algo familiar nos suena todo esto con los
tiempos que corren. Que empiecen a repartir chuleta por el congreso antes de
que sea tarde (y una dieta rica en "todo" para Bolsonaro antes de que la lie parda).
Paseamos
y aprendimos por el centro de Berlín. Viendo la huella de lo que fue el antiguo
muro. Pasamos por el check point Charly o el punto geográfico en el que casi
estalla la tercera guerra mundial entre estadounidenses y soviéticos. Que si
enséñame tus credenciales para pasar, que si no sabes quién soy yo, que si
venga esos tanques a mi persona que te vas a enterar, que si yo también tengo tanques y además te apunto
con el cañón…vamos, el clásico "quien la tiene más larga" de toda la
vida pero con acceso a armas nucleares. Menos mal que Kennedy y Kruschev se
hicieron una llamadita en plan “amigui, no aprietes el botón que la liamos”. Si
no hoy no estaríamos aquí, o estaríamos pero no sé, como campeonas de triatlón
porque tendríamos agallas y tres piernas.
Cierto
es que Xavi, nuestro guía, nos metió un par chistes de calidad regulera en
el tour pero que al menos consiguió sacarnos alguna risa. Aunque el verdadero
chiste fue cuando creyó que el troley de Marta era el equipaje de las tres. No
es conocedor de nuestro show de maletas viaje tras viaje.
Dentro
de todo el drama tenía que llegar nuestro drama particular de casi todas las
vacaciones, encontrar un café que le guste a Cheli. Y claro, paramos en el
Starbucks y horrorrrrrr. Es malo, es horrible, no es café #starbukskk
#estossegurononospatrocinan. Pasamos el mal trago con un pastel. Ni idea
de hacer café tienen pero la bollería la clavan (los hijos de puta). Allí
contratamos otros 3 tours (de la alegría) para continuar conociendo la
ciudad.
Al
terminar, dejamos a Marta a cargo del plano porque las tordas ni con las
pestañas podíamos. Con sueño atrasado, cansancio extremo y borrachera de sueño
que diría nuestra Katerina de Edimburgo pasamos por la isla de los museos, el
ayuntamiento, la iglesia de san Nicolás y el barrio Judío. Todo ideal. O eso
suponíamos ya que la Merkel no le había dado al botón de encendido y a eso de
las siete de la tarde no se veía un pijo en la ciudad. Así les va en la
economía de bien con lo que ahorran de luz.
¡Dale a la luz Angela! |
Y como
hacía buen tiempo había muchos nativos cenando en terracitas con
conversaciones susurradas a la luz de las velas y nosotras, dando el coñazo con
el Tracatrá de la maleta de Marta por el adoquinado que parece que le hacíamos
los coros a Rosalía (malamente-tracatrá) y nuestros ya conocidos lamentos
de: "me quiero morir", "que me amputen las piernas"
"señor llévame pronto". Como siempre, un cuadro.
Nuestros
lamentos cesaron unos minutos al encontrar el puesto callejero de currywrust. Y
comenzaron de nuevo tras creer haber pedido dos cosas diferentes
y el paisano nos sacarnos dos raciones de lo mismo. Ay ene,
somos inútiles hasta para señalar una foto. Problema tampoco fue, nos lo
comimos igual digiriendo conjuntamente nuestro asombro al ser confundidas por
una amable señora por Berlinesas. Esta capacidad de adaptación al entorno que
tenemos es maravillosa. La señora debía
estar ciega y algo teniente, porque ni veía la maleta, ni nos oía inventar el motivo por el que a un
chaval le entró la piradura y quería matar a un amigo suyo. Vaya tangana que se
lió en un momento. Tras asegurarnos que no había sangre, por eso de la omisión
del deber de socorro pusimos pies en polvorosa, no sea que todavía nos toque
currar. Ojo que primero se consultó en google como se dice “somos peluqueras”
en alemán. Y luego se abrió un debate sobre el trabajo de las enfermeras en
Alemania, que parece que no cogen vías y eso enerva al sector sanitario (Cheli
y a Marta) y se hacen preguntas del tipo ¿Qué hacen si no pinchan? ¿Limpian?
¿Vivirán más tranquilas? Ojo que estas cobrarán más que nosotras ¿curriculum
has traído?
El antes |
El después |
Y de
Alexander Platz, en metro, tren o lo que fuera que pillásemos, al hotel, que la
noche es oscura y alberga horrores, pero con los horrores del día ya teníamos
más que suficiente.
Además de horrores la noche albergaba ruidos y fresco local por la ventana |
-¡¡JARRISON!!
¡¡JARRISON!!
CHELI-
¿Ford? ¿Dónde?
MARTA-
¡¡JARRI!! ¡¡JARRI!!
VERO-
¿Que nos sentemos dices? ¡¿Pero que te ha dado!?
M- A
ver, ¡que os pongáis para la foto! ¡En alemán os lo estoy diciendo!
TORDAS
A DUO: ¡Pues será alemán de Burgos!
El
transporte en Berlín empieza a ser pan comido cuando Vero descubre la
posibilidad de solicitarle ayuda a la chiquina del gube. Señorrrrr… que
desperdiciados están estos cerebros con tanta serie, tanta saga, y tanta
tontuna. Al botón suprimir hemos de darle para resetear el disco duro. Y con la
emoción de saber dónde vamos llegamos al mercadillo turco de Maybachufer y raro en nosotras pero, llegamos pronto. Tan pronto que está el mercadillo sin
terminar de poner, por lo que hacemos un “por aquí pasó Trajano” mientras lo colocan
y de hecho, aprovechamos para hacer nuestra primera compra. Un señor atrapado
en los nostálgicos 90 nos vende una caja de mini kiwis. Es impresionante que hayamos
caído en la fruta y más impresionante es que el frutero nos despida con un
maravilloso ¡fantastic-Bombastic!.
Caminando, caminando llegamos hasta el puente de Oberbaum, viendo terracitas, esquivando bicicletas, manteniendo conversaciones de las nuestras, e intentando evitar el objetivo de la cámara de Marta y sus fotos robadas que reflejan nuestra belleza distraída.
Y
regresamos al mercado con el hambre hecha. Mucho puesto de hilos, de telas, de
material para el dentista perfectamente estéril y un montón de puestos de
comida que te emplatan en el momento ¡se nos salen los ojos de las órbitas!
Cuanto color, texturas, olores… probar y probar haríamos todo el rato, pero tuvimos
que volver a nuestra ya familiar Puerta de Brandenburgo.
¿Algún dentista quiere hacer pedido? |
OOOOtra vez aquí |
Tenemos cita de nuevo
con la historia, con Xavi y con el tour del tercer Reich. Ya nos veíamos con la
pena subida de nuevo así que, antes de que se nos cerrase el estómago nos
trincamos 3 pizzas turcas de Olé. Por supuesto, lo que creíamos haber pedido no
es lo que nos sirvieron pero estuvimos encantadas con el resultado. No tan encantadas por la estafa de 5 lereles
por cada café malo en la cafetería “fisna” de al lado. Todo sea por usar un
buen WC.
Y
empieza de nuevo el “tour de la alegría”. Pocos en este mundo consiguen que las
tordas estemos calladas (y Marta, que también tiene lo suyo), pero había que
vernos, ni pestañear. Lo orgullosas que estarían las “hermanas Mercedarias” al
comprobar que a la vejez vamos a adquirir conocimiento por voluntad propia y
calladitas como la gente de primera fila. Las tordas por altura y charlatanerío
siempre hemos sido de última fila. Hay que decir que GureXavi se explica
estupendamente, que se nota que sabe, que controla y que le interesa el tema y
además tiene la capacidad de transmitirlo.
Aquí
nos explicaba como Adol-fito se quería
construir un palacete de tamaño 6 veces el equivalente a la basilica de San
Pietro (ole sus cojones); si es que de ponerse a hacer cosas, todo a lo grande.
Mal, pero a lo grande.
Otra
clase de historia a los pies del
memorial a los soldados soviéticos caídos en la guerra, los muchos que están
allí enterrados. Y la visita como no, al barrio Judío, a su sinagoga y al
escenario de la terrible “noche de los cristales rotos”.
Si es
que como decimos, el estómago “regu” con todo esto. Terminamos en el antiguo
cementerio judío viendo por allí las marcas de metralla en los edificios y las
placas con nombres de personas y sus
destinos a los pies de lo que eran sus casas.
Bajona máxima. Agradecimos que para terminar Xavi nos introdujera en el mundo de las teorías conspirativas al final del tour. Teorías que se mantienen a día de hoy. Claro, fue hablarnos de lagartos que quieren dominar el mundo y ya nos pusimos locas. ¿Lagartos? ¿Como los de “V”? ¿Y comerán ratas? ¿Y llevarán las gafas de sol de “Diana”?. ¿Y nos salvará del apocalipsis Micke Donovan con su pantalón apretado a punto de hacerle “pumba” en la costura?
Así fue
como Xavi, además de su listado de
libros y pelis sobre la segunda guerra mundial nos facilitó el enlace al documental de los
lagartos tras petición popular. Porque sí amiguis, ha llegado el día, Cheli ha
perdido el norte y quiere ser lagarterana, bueno, Xavi dice que se hacen llamar
“Reptilianos” pero creemos que no se han pensado bien el nombre.
Nostalgia máxima |
Y a
vagar por Berlín de nuevo. Nos sorprende lo tranquila y poco ruidosa que es
esta gigantesta ciudad. Cuesta más pasar por Eibar en coche un miércoles que
atravesar Berlín. Tranquilamente, visitando placitas, tropezando por el
adoquinado porque la señora Merkel sigue sin dar la luz, encontrando el paseo
de la fama, sin prisas, disfrutando, perdiendo el tiempo… ¿Qué hora es?
¡Mierda! ¡Que mañana toca madrugar y hay que pillar desayuno! ¡Ya estamos como
las locas otra vez buscando un supermercado de cabecera berlinés! Menos mal que
ese es uno de nuestros superpoderes y nuestro barrio mola tanto que tiene de
todo.
(¡Venga a descansar Mari Carmenes que mañana se madruga!)