martes, 19 de junio de 2018

DE ALCATRAZ SE SALE (ALGUNOS A OSTIAS)


Amanecemos en San francisco con lo que se va a convertir en tradición, Roberto haciéndose amigui del o la que esté en recepción para pedir una toalla más. No entendemos donde está la confusión porque nuestra reserva siempre ha sido para cuatro, somos cuatro y nos dejan siempre tres juegos de toallas. Lo de la ducha diaria no va con los del alojamiento, les parecerá excesiva nuestra higiene, pero somos gente bien, gente limpia y, una vez recuperada la maleta de Cheli, gente conjuntada también. Nos echamos a las calles y ponemos a trabajar uno de nuestros superpoderes, el de buscar un buen desayuno por la zona. No nos falla nunca.



Queridos fanses, hacemos un inciso aquí para explicaros que vamos a intentar condensar nuestra estancia en SanFran en este post. No es lo habitual pero nueve meses después de nuestra visita, los recuerdos se agolpan en nuestras desastrosas mentes. De hecho una de las mentes, la  que mejor memoria tiene, se halla inmersa en la preOpe así que la otra mente se va a pasar por el forro del cerebelo la línea cronológica. Admirable el esfuerzo de estudiar, currar y además buscar un huequito para actualizar (¿a que si?). Sabemos que lo comprenderéis porque sabéis que somos bloggers de mierder y hacemos lo que podemos. ¡¡Un beso tordil fanses!!


Hoy nuestros superpoderes buscando desayuno nos llevan a pillar el tranvía y plantarnos en el barrio de El Castro. No fallamos eligiendo local, ni destino. En este barrio se concentra la mayor comunidad LGTB de San Francisco y es mítico porque fue desde aquí donde Harvey Milk comenzó a luchar por sus derechos. Enseguida localizamos el legendario TwinPeaks (primer bar abiertamente gay), pero una conmoción en la fuerza nos indicó que en el bar de al lado los desayunos eran mejores. El señor que regentaba el bareto dudó de nuestra capacidad de terminarnos el desayuno.



 Pobrecito nuestro, le agradecemos que nos llenara de energía para pasearnos por el barrio inundado de banderas arcoíris, tiendas en las que podías encontrar desde una agenda hasta una boa, pasos de cebra reivindicativos, el Teatro Castro y de repente… ¡un sireno gigante! ¡Nosotras que veníamos enamoradas de nuestros sirenos de Nola, que te vestían el árbol de navidad como ninguna bola jamás podría, y nos encontramos con eso! Pues pegaditas al cristal comentado lo mucho que te viste el sireno el piano de cola del salón cuando viene Barbara Streisan a cenar a tu casa.








El sinrenoooooo



No era Barbara la que nos esperaba, era Mikel Erentxun en el barrio latino que ojocuiau tenía conciertazo el día de nuestra partida. Barrio latino todo muy bien pintado, y cuando decimos bien pintado es artistícamente pintado. Cada pared una obra de arte. Cada plato de comida Mexicana un reto para los sentidos. Resumiendo el partido Burrito 1-Vero 0.











Paseando, paseandito por sus calles nos perdemos un par de veces hasta que una amable señora con perro nos intenta ubicar rumbo Golden gate. Podríamos haber ido andando  y probablemente seguiríamos allí, así que nos decidimos por un bus. ¡Ojocuidao! El viaje en bus fue de traca, con accidente y todo, de chapa, sin mayores problemas, que casi ni nos enteramos, pero ya sabéis, con la suerte de cara todo el rato. Menos mal que no afectó al aire acondicionado y al wifi. Impresionante el Golden gate y el tráfico que tiene. Nosotras lo cruzamos andando tranquilamente, no como los domingueros de las bicis que van a lo loco. Unas vistas espectaculares “mira que si nos pilla aquí el tsunami”, “pues ya vendrán Magneto o Supermán a echar una mano, que los he visto yo aquí alguna vez”, “se supone que si hay terremoto este puente absorbe las vibraciones y…”, “tira, tira para allá a ver si nos da tiempo a subir a un alto”.
















Teníamos muy organizado todo el viaje hasta que nos plantamos al otro lado del Golden Gate y nos vimos un poco perdidos para ir hasta Sausalito. Contra todo pronóstico Vero se entendió (ojocuidao, en inglés) con un señor currela que había por allí y enseguida nos acercamos a una parada para pillar otro bus, en un titá, nos plantamos en Sausalito. Mmmmmuy bonito, mucho barquito velero, mucho casoplón, mucha tranquilidad, mucho jardín cuidado, muchos txines en la zona. Respiramos el sosiego mirando a la bahía, viendo otros pueblitos aledaños, precioso pero falta, no sabemos, un poco de ambiente, un poco de chispa, ¡un poco de no cerrar las cosas a las cinco de la tarde!

Nos plantamos de nuevo en  Fisherman´s Wharf que tenemos que ir al muelle a por nuestro barco, el que nos lleva en la visita nocturna a Alcatraz. ¡Qué emoción! ¡Qué miedurri! ¡Qué expectación! ¡Que ya nos toca! Espera, ¿esos son los bomberos? ¿Los paramédicos? Madre mía que despliegue, que habrá pasado en el barquito que tenemos que pillar nosotras, que de momento se ha interrumpido el desalojo. Las enfermeras se atusan el pelo “tú y yo peluqueras”. Ha sido solo un susto, sacan a una mujer consciente y aparentemente bien, rodeada por el ejército que ha venido a socorrerla. Empezamos a ver por qué la sanidad es tan cara por aquí.
Y todas al barquito, a pillar asiento fuera para que nos dé el aire de costa. Que, vistas, que rasca empezaba a hacer, que suerte Cheli que se ha acordado de meter los leggins en el bolso. Y dice ella toda salerosa, “me los voy a poner discretamente aquí en un momentito”. Comienza el show. Pretende ponerse los leggins por debajo del pantalón corto sin quitarse el mismo. Escuchamos quejíos, costuras, lamentos, risas, y, después de hacerle un calvo a media bahía de San Francisco lo consiguió. Parece fácil pero la técnica tiene su aquel. Os invitamos a probarlo en casa, siempre bajo supervisión o con presencia de alguien a quien le queráis alegrar el día con vuestro contorsionismo, porque ya sabéis, morir por leggins es triste, pero más triste es de morir por leggins en soledad.
Llegamos a “La Roca”. Qué bonito lo tienen todo. Que limpio el pedrusco, que firme y poco oxidada la reja, ojo las vistas, tú te estás pudiendo ahí pero eres el que mejor vistas tienes de la ciudad. Muy bien relatado el calvario ahí vivido por uno de los presos en el audio guía, pero claro nos lo ponen en audio latino y nos entra el cuarto de hora de la risa.





















 

Nos metimos muy en ambiente carcelario, queríamos una taza de metal para golpear todo el rato las rejas pidiendo nuestros derechos como presas de bien:
-NO AL ENGRUDO CARCELARIOOOO. DESAYUNO BUFFET LIBREEEEEEEEEEEE
- NETFLIX EN LAS CELDAAAAAAAAAAAAAAAAAS
-QUE QUITEN LA HORA DEL DEPORTEEEEEEEEEEE
Vero se veía como presa de confianza ayudando en la biblioteca y repartiendo libros (con el carrito roñoso)  y recomendaciones literarias por el pabellón. Y Lo que es peor, organizando a los presos en diferentes actividades culturales:
-Venga, venga chicos que esta semana nos toca representar para el Alcaide…¡¡ Flash Dance!!
Pobrecita, lo poco que iba a durar. Al Scarface Capone,  aún demenciado, perdido por la sífilis, era capaz de mandarla callar sacándole la lengua por la garganta.
Porque sí, allí estaban Al Capone y  también los tres artistas que se escaparon. Estos, muy hábilmente, se apuntaron al taller de papel maché de la prisión para currarse unas cabezas con pelazo y dejarlas como señuelo para que el guarda no se percatase de su huida. Todo esto se hubiera solucionado poniéndole unas gafitas al guardia del turno de noche. Pero claro, aquí no invierten en sanidad así que esta gente se escapó y estarán a día de hoy viviendo la vida loca con sus 103 años cada uno.
Resumiendo. Hemos aprendido varias  cosas útiles para nuestra vida en esta visita.

1.         No ser mala gente que vas al trullo
2.       Si vas al trullo puedes perder el tiempo tejiéndote un jersey para el frío o te puedes apuntar a las clase útiles como son : flash dance para la agilidad, papel maché para el señuelo.
3.       Y lo mejor. Hemos interiorizado una frase que creemos nos puede ser muy útil para resolver conflictos en nuestra rutina habitual y que versa así:
(Sonido previo de alarma como si de un escape nuclear se tratara)
-          ¡¡¡ A LA GALERÍA DE ARMAS!!!
Y claro, nosotras ahora lo queremos usar todo el rato: en el trabajo, en la familia, en la cola de la panadería, en el gimnasio…
No os perdÁis nuestra propia dramatización. A la voz: Vero, a la alarma nuclear: Cheli.




Con la lección aprendida nos topamos con Juanra y su novia la de la mano suelta. Y es que amig@s, fuimos testigos de un caso claro de violencia de género. Y es que mientras Juanra desbebía en un urinario, su novia pensó que la había abandonado y la pobre se encontrada abandonada en una isla llena de turistas, guías, gentes de seguridad etc… No sabemos si ella creía que la roca seguía habitada por malhechores pero cuando se encontraron le recibió a gritos de:

-ME HAS DEJADO SOLAAAAAAAAAA

Y en lo que Juanra intentaba explicar que su vejiga no podía retener más el orín ella le soltó una ostia a mano abierta en toda la nuca que la oyeron en San Francisco. Soledad Huete de” 7 vidas” hubiese estado la mar de orgullosa. Ese chico ha tenido que ir al fisio lo menos para recolocarle 2 vertebras cervicales. No somos de prejuzgar pero ella estaba loquísima, y de él Rocky estaría orgulloso porque encaja los golpes muy bien y encima pide perdón (tocateloshuevos).
Vistas preciosas durante nuestra vuelta a la ciudad, a la bahía y a la nuca de Juanra con toda la manaza de la loca marcada. Por favor gente NO PEGARSE.
Otro drama tuvimos al desembarco. Una chica monísima potando en un barril mientras sus tres amigos la miraban desde lejos en plan “yo no la conozco”. Y se convirtió en la segunda persona a la que queríamos adoptar en este grupo (después de Juanra,)  porque según Vero “si un amigo no te apoya en la vomitona como mínimo  sujetándote el pelo, se merece que le potes en la puta cara porque es gentuza”.








Y con el olor a presidiario, a salitre, a indignación, a pota y a humillación post billar, nos dirigimos al hotel para hacer maletas y despedirnos de San Fran en particular y de este viaje maravilloso en general.
Ha sido un viaje espectacular. Lo hemos reído, visto y comido todo Ojo que Estados Unidos es grande y nos quedará mucho por ver, reír y comer así que, algún día, volveremos.



Nota final: Tras 4 h y media de turbulencias Vero vomitó en el vuelo de vuelta y nadie le sujetó el pelo con la excusa de “que no eres Rapunsel nena”, tras lo cual ella salió del avión gritando:
-          ¡¡A LA GALERÍA DE ARMAS!! ¡¡A LA GALERIA DE ARMAS!!






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