Y amanecimos un
martes cualquiera en Plasencia… ¿martes? ¿Plasencia? ¡¡¡LOS
MARTEEEEESSS!!! Visita obligada al mercachufli. Cinco lereles la camiseta
elegante porque, como nos repitió hasta la saciedad el que regentaba el puesto,
“la calidad no es cara”. El mensaje nos quedó claro porque el hombre lo repetía
unas quince veces por minuto, y los del Lidl gastándose los txines en el
departamento de marketing.
Sol de justicia y nos ponemos rumbo Granada, que queremos
vaguear pero nos gusta un monumento también. Viaje sin incidencias hasta que
topamos con el receptionman del hotel, un italiano alto que nos vio cara de
tontas. Es la única explicación que podemos encontrar ante esta frase “su
habitación está en la decimotercera planta, la trece”. ¿¡PERDONAAAAAAA!? Si quieres
te lo decimos en romano so idiota, ¡equispalitopalitopalito! ¡Y por el respeto
que le tenemos a tu país, que nos dio unas grandes vacaciones el año pasado, no
te llamamos italiano de mierda! Es más, como encontremos unos cuadernillos
Rubio de multiplicaciones te los vamos regalar porque ya terminó de cubrirse de
gloria al indicarnos que “no van a tener problemas con las maletas, solo hay
cinco escalones”. ¿Cinco?...¿CINCO? ¡Más bien cinco por cinco veinticinco so
lerdooooooo!
Ducha y rumbo a la Alhambra. Arrastrar estos cuerpos a más
de 38 grados debería ser categoría olímpica. ¡Con necesidad de avituallamiento
constante! Avituallar es muy nuestro y
olvidar las entradas en la barra parece que también. No sufir, las recuperamos
rotas y manchadas de salmorejo (al menos con producto de la tierra).
Comienza la cronoescalada mientras el censo de deportistas granaínos nos adelanta rumbo al ex poderío
patrimonial de Boabdil. Fatiga y calorina superada, superamos también la vergüenza
del manchurrión de salmorejo en nuestras entradas cuando el carácter andaluz
nos responde con un saleroso “¡pues anda que no es buen sitio un bar para dejarse
las entradas!”
Las vistas de la nocturnidad desde el mirador de la alhambra
maravillan… pero nos maravilla más el arte de la trabajadora de los palacios
nazaríes que paseaba por allí gritando, “¡Ocló! ¿Alguien para las ten Ocló?”
Así estuvo la pobre hasta que a eso de las diez y veinticinco se encontró con
uno y… ” ¡Pero si tú eres de las ten ocló! Anda vé para allá que te abro la
puerta.”
¡ATENCIÓN! Recordamos aquí que esta vez no hemos contratado
ningún guía así que los datos históricos que podáis leer a continuación pueden
ser reales, manipulados o directamente inventados. Licencias poéticas lo llaman
algunos, escribimos lo que sale del moño lo llamamos nosotras.
Pues allá que nos lanzamos a visitar los Palacios Nazaríes, ¡que
casoplón tenía Boabdil! Todo alicatado tenía Boaddil. Todo limpio, todo
recogido #Boaddilqueapañadoeres
La verdad es que es impresionante. Tanto, que tuvimos que
tocar. E igual de impresionante fue el grito que nos pegó el guardián del
decorado. Mucho más alerta que la guardia de la noche, a ese no se le cuela un
caminante blanco ni aunque se camufle con chilaba. Boabdil contrata a los
mejores, nos quedó claro cuando el Guardián del decorado instaba amablemente poco
después, a dos guiris buenorras a que no tocarán nada
Guardián- Chicas por favor, no se puede tocar y si sois tan
amables de llevar las mochilas por delante os lo agradecería.
Guiris- ¡oh! Sorry, no sabíamos (esto hay que leerlo con
acento guiri)
Guardián- ¿de dónde sois? (aquí el guardián ya medio
babeando)
Guiris- Suiza
Guardián- ¡Qué casualidad! He estado hace poco (frotándose las
manos)
Guiris- ¡oh! ¿Dónde?
Guardián- En Estocolmo
Guiris- …
Nosotras- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAAJJA
Insistimos, Boabdil contrata a los mejores. Y aquí que nadie
se ofenda, pero el que talló la fuente de los leones también se quedó a gusto.
Ya le podían haber enseñado al muchacho un pictograma, un papiro dibujado…eran
más Doraemon que leones. Nos gustaría enseñároslos, y lo vamos a intentar, pero
con poca luz y nuestros móviles esto es lo que se ve…
Más vale de pedí que de robá. Por favor, seguimos buscando
patrocinador para el blog y hemos pensado que también nos vendría bien una cámara
de fotos. Una camarita humilde, con un objetivo de esos que desde la Alhambra
podamos sacar unas fotos geniales de Jaén. Pensad que saldríais ganando. Las
fotos tendrían una nitidez tal, que casi podríais oler las olivitas del tapeo
del Albaicín. Ahí lo dejamos.
También conocimos la Alhambra de día. Venga subir y bajar
todo el rato, con una temperatura aproximada de unos 57 grados a la sombra para
ver el ajardinado de Boabdil. Menudas fuentes que tenían, bebimos en todas. La
única pega que le vemos a la casita es que la pobre morisca que tenía que subir
con la compra las pasaría putas. También dedujimos rápido por qué Boabdil
rindió Granada… ¡La babuchita resbala en el adoquinado! Imaginaros el ridículo de
caer rodando en plena defensa del fortín, no quedaría muy digno ir arrastrando
la chilaba por el adoquinado. Ya se lo dijo su madre “llora como una mujer lo
que no has sabido defender como hombre, y haz el favor de ir al zapatero a que
os ponga unas tapas en las babuchitas a ti, y a tu ejército.”
Granada nos debe un tapeo bueno. Ya sabéis que estamos en
pleno proceso de adelgazamiento, de ahí lo de los cuerpazos del título, eso y
que en el bar “La Bicicleta” no nos dieron tapa. ¡Que gentuza! Menos mal que algunos
respetan el tradicional tapeo y algo pudimos catar. La hora de comer no la
perdemos y nos dimos al cuscús y al
hummus casero, porque ya sabéis que hay que comer legumbre dos veces por
semana. No es vicio, es salud.




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