PISA(R) CINQUE TERRE IGUAL MUERTE!!!!

Cuando tienes un viaje preparado desde hace meses, con un itinerario perfectamente calculado y que  parece que te lo sabes de memoria, vas un día, te confundes, te pasas el itinerario por el forro y te plantas en Pisa. No hay mucho para hacer salvo sacarte la mítica foto en la torre. Como seguimos con nuestro lema,”mejor original que imitación” decidimos ponernos al revés.  ¿Que todo el mundo sujeta la Torre de Pisa? Pues nosotras  posamos empujando, a ver si se cae de una vez, que está mal hecha.

No empujamos enserio porque hay gente que vive de eso, pero vamos, que si nos ponemos, nos remangamos y lo que quieran, o recta o al suelo. Nos tenemos que apuntar a Fotografía en Perspectiva nivel1 porque no lo llevamos bien.  Otra cosa típica que puedes hacer en Pisa es comprar Loctite caducado para pegar la chancleta de Cheli.  Me acuerdo y me troncho, de verdad, que buen momento me dio, subiendo pierna hasta un ángulo imposible para no arrastrar suela de chancla. En fin, coche y a las Cinque Terre.

Las Cinque Terre están en Liguria, en la zona de La Spezia y las conforman Monterosso, Corniglia, Vernazza, Riomaggiore y Manarola. La zona es maravillosa, espectacular, genial, fabulosa…no vengáis cansados porque os vais a cagar con las cuestas. Nos vimos tres Terre, así, de repente, y no vimos el cuarto porque la carretera estaba  cortada. Nos preocupa la gente de Monterosso que no puede recibir visitas. Esperamos que sí que dejen pasar al camión de Bimbo o su el repartidor de Donuts homologo italiano.

Estábamos al borde de la extenuación, pasadísimas de rosca, como los niños cuando se ponen que no pueden más. Bajábamos las cuestas por inercia pero cuando veíamos las subidas se nos saltaban las lágrimas, y no de alegría precisamente. Son pueblos costeros tranquilos y silenciosos, solo se oían nuestros lamentos en el ascenso.

Comimos junto al mar en Vernazza.

Golpazo de carbohidratos al fruti di mari. Los fruti di mari al lado del mare están especialmente buenos, más aún en el caso de Vero cuando el camarero le suelta un “forza Athletic!”. Gellato, no por vicio si no por no hacer un feo a los italianos, y velamen en la iglesia. Venga de visitar iglesias, venga de poner velas. Si nos vieran Sor Begoña, Sor Mercedes, Sor Matilde, Sor Ana María, Sor MºJose, Sor Nieves… que orgullosas estarían de nosotras allá donde estén. Dos generaciones de mercedarias unidas por la FFFF.

El rincón de la FFF

Ya en Corniglia, otro bonito pueblo marinero, vimos el percal. La cosa es que tienes que dejar el coche en las afueras porque por el pueblo solo circulan los residentes. Evidentemente la intención era aparcar al límite de la ley, lo más cerca posible de la señal de prohibido aparcar. No podíamos permitirnos el lujo de desperdiciar energía así que localizamos el sitio, subimos en coche a sacar el ticket de la hora y volvimos a bajar para aparcar. ¿Lamentable? Es posible. ¿Necesario? No, imprescindible.

Y por último Riomaggiore. Por nuestro bien físico y mental, decidimos dejar Manarola para el día siguiente. Menos mal que en Riomaggiore pillamos pole position al lado del mar y nos refrescamos un poco, porque además del esfuerzo físico y la humedad, lo que es la temperatura estaba puesta en modo infierno. Rato de relax.

Parada técnica en el super y otra vez para arriba. Nuestro recuerdo de ese ascenso es que íbamos dobladas de la risa, pero por más que lo intentamos, no conseguimos recordar de qué nos reíamos. Vamos a tener que empezar a grabar nuestras conversaciones. ¿Estaríamos en bucle de nuevo cantándolo todo con la sintonía de la Parroquia? ¿Cuando no llega bien la sangre al cerebro nos da  la risa floja? ¿Lo consultamos con Iker Jiménez? ¿Sería porque recordábamos que desde la recepción a nuestro apartamento había unos 200 escalones? Sea como fuere, Il Borgo di Campi nos sorprendió para bien. Espectaculares vistas. Nos quedamos mudas y mira que es difícil. Una de las mejores duchas de nuestra vida (purita necesidad) y cena a la fresca del acantilado. Totalmente recomendable si os pasáis por aquí, eso sí, hay que venir en coche y con la rodilla engrasada. ¡Golpazo de belleza natural!