jueves, 21 de julio de 2016

PORQUE LA VIDA A REMOJO ES MEJOR

-Torda número uno llamando a torda numero dos
-…
-¡TORDA NÚMERO UNO LLAMANDO A TORDA NÚMERO DOS!
-Torda recién aterrizada conectándose al 4G ¡cobertura a mi personaaaaaa!
-Torda recién aparcada
-Torda bajando
-Vamos reina que no son horas de salir las ocho de la tarde para cruzar media península
Más o menos este es el resumen de la conversación previa a nuestro comienzo vacacional porque sí, ahora sí… ¡ya estamos de vacacioneeeeees! ¡Tordas on tour! Esta vez nos trasladamos hacia el sur buscando calor y sol. Primera parada, Plasencia.
Seis horas de coche por delante para ponernos al día de nuestras cosas. Seis amenas horas de coche oliendo a Camembert , detallito parisino para los progenitores de Cheli que nos dan alojamiento y pensión completa by the face ¿Qué podría haber traído otra cosa? Pues también. Me podría haber decantado por unos croissants,  pero no tiene la misma gracia ante un frenazo brusco, que te dé en la nuca la bolsita de blanditos croissants  o la mítica cajita de madera del camembert ¡No se puede comparar! Y sí, el queso voló y me dio en la nuca porque el tema maletas se nos ha ido de las manos de nuevo. Nos estamos planteando alquilar un remolque. Por supuesto nos acompañan también los genios de La Parroquia, que nos entretienen a la par que nos culturizan. Aprendimos, por ejemplo, en la nocturnidad de la dehesa cacereña, que en la versión original de “La Profecía”, hay una escena en la que Gregory Peck huye y le dice al conductor del coche “písale torete que el coche es robado”. Esta estupidez la aplicamos a nuestro coche para llegar a una hora prudencial. Que no se asusten las autoridades que lean este blog porque el coche no es robado y con la carga que llevaba no pasaba de 120km/h… ¡Arriba la bala verde!
El cansancio era tal a nuestra llegada que nos esperaba una tortilla de patatas y ahí se quedó, triste y sola, porque no teníamos ni hambre. Eso sí, a la mañana siguiente el olor a churro llamó a nuestra puerta y rendimos nuestra voluntad. Los que no se rinden son nuestros bikinis. Ahí están, año tras año, cada día más tensos estirando el elástico y soñando con tiempos mejores aunque dudan si algún día llegarán. Están de lo más trascendental nuestros bikinis.
Y es lo que tienen las vacaciones, que hay que relajarse y allá que nos fuimos, libro y mp3 en mano al piscineo municipal.



Todo el día tiradas en el verde y a remojo. Que vagueo, que maravilla, que zampada en el chiringuito, que digestión más buena al sol, que manera de nadar (Mireia Belmonte estaría orgullosa), que buen día, que calor…
¡Maldito calor! Por su culpa en el tiendeo posterior teníamos tan hinchado el cuerpo que no pudimos comprar nada, así que dedicamos el dinero al tapeo.
Eso sí, quemamos el tapeo y la suculenta cena que nos prepararon los anfitriones con un paseíto a la fresca… quien dice a la fresca dice a la chicharrina noctuna.
Y ya terminamos, porque sacar una entrada al blog en un día en el que nos hemos tocado la seta de continuo es complicado de narices.





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